Testimonio imprescindible
de la psiquis femenina. Encarnación de los complejos roles de madre, mujer,
hija y esposa. Relato agudo y sutil de las relaciones afectivas en la familia.
Son incontables las apreciaciones que ha generado A woman under the influence. De las creaciones más simbólicas y
emblemáticas del actor, guionista y director John Cassavetes, considerado el
padre del cine independiente estadounidense. Tal vez lo recuerden por su papel
protagónico en El bebé de Rosemary
(1968), película dirigida por Román Polanski.
Largometraje premiado en
el Festival de cine de San Sebastián en 1974 por mejor actriz (Rowlands) y
mejor director (Cassavetes). Una mujer
bajo influencia también ganó dos nominaciones de la academia ese mismo año.
Actualmente está destacado como uno de los cincuenta films de mayor relevancia
cultural e histórica en la biblioteca del congreso de los Estados Unidos.
El personaje de Mabel
Longhetti (Gena Rowlands) tiene todo el peso interpretativo en la obra. La
enfermedad mental de la protagonista estructura la tensión en el melodrama. La
naturaleza del padecimiento de la mujer nunca queda claro en la película. Se
presume que está loca y desequilibrada por los comportamientos irracionales,
erráticos y dementes frente a los otros. Un diagnóstico apresurado le indicaría
un trastorno límite o histriónico de la personalidad. Su marido, Nick Longhetti
(Peter Falk), debe afrontar la evolución de la enfermedad y lidiar las
eventuales crisis de su mujer.
Nick, un carismático
albañil, lleva a su casa toda la cuadrilla de compañeros de trabajo para un
almuerzo especial. La escena del comedor deja en evidencia la perturbada
personalidad de Mabel. La convención social de saludar cuando todos los
comensales están engullendo su plato de espaguetis, causa cierta molestia y
desazón. Algo no anda bien allí. En medio de anormales tics y muecas extrañas, ella
no deja de preguntar por la identidad de cada uno de los obreros, llamando
insistentemente la atención. Nick, bizco de ambos ojos, considera algunos comentarios
salidos de tono y fuera de lugar, entonces de forma vehemente la manda a
callar. El almuerzo termina por una inadvertida llamada telefónica que provoca
que los invitados salgan desprevenidamente del escenario.
Mabel además tiene que
desempeñar el rol de madre. Tres hijos, dos varones y una niña, están bajo su
responsabilidad. Debe enviarlos a la escuela y recogerlos en la parada del
autobús escolar. Incluso algunos vecinos le piden que sirva de niñera, labor
que disgusta a uno de los padres, ella tiene comportamientos infantiles y juega
con los niños como una vulgar chiflada. Hay momentos en que pareciera que
estuviese poseída por satanás, por ejemplo cuando suena la
melodía del lago de los cisnes de Chaikovski mientras baila alocadamente con
los chicos disfrazados en el jardín de la casa.
Después de un ataque de
nervios en que la situación se sale de control y hay camorra incluida con la
suegra, el psiquiatra de la familia es llamado para tomar medidas pertinentes.
La mujer es internada por seis meses en una clínica para enfermos mentales. El
padre tiene que hacerse cargo de las labores de la casa y del cuidado de los
pequeños. Los meses pasan volando y se le inaugura una gran bienvenida a la
enferma con los parientes y amigos más cercanos. El tan esperado retorno al
hogar tiene un sabor agridulce, ella parece ahora tener un temperamento
tranquilo y sosegado pero su performance
no fluye con “naturalidad”; al encontrarse claramente aturdida el marido le
reprende y le dice “just be yourself”. El intento de suicidio de la mujer, los
correteos de los niños de un lado a otro y Nick perplejo por controlarlos a
todos; sucesos que anteceden un final abierto y optimista.
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